miércoles, 30 de septiembre de 2020

1. Camino a las pruebas.

Llegó el día, por fin llegó el día de las pruebas. 


Jezebel abrió los ojos sobresaltada tras una pesadilla, el pelo rojo y húmedo por el sudor se le pegaba en el rostro. Tenía la respiración agitada tras el mal sueño. Los rayos vespertinos del sol empezaban a entrar por su ventana. Se estiró bostezando y se sentó en la cama. 


-Llegó el día...- Susurró para sí misma. Saltó de la cama y fue a bañarse.  

Con la toalla aun envolviéndola, abrió el armario e hizo una pequeña mueca de desaprobación, casi todo lo que veía eran vestidos, comprados por su madre que pretendía convertirla en una señorita casadera, al contrario de lo que ella quería, ser un Caballero del Cielo. 


La Orden de los Caballeros del Cielo son la guardia del continente, los mejores caballeros son los que protegen al mismísimo Emperador, o Emperatriz en este caso. Hoy es el día de las pruebas para entrar a formar parte de ese mundo, si pasaba las pruebas... se convertiría en cadete de los Caballeros del cielo. 


Cogió el vestido menos pomposo que encontró de líneas simples y color morado. Se recogió la larga cabellera pelirroja en una cola alta, se supo los zapatos y bajó al comedor. Allí estaban sus padres, Aron y Sheeba Krons. 


Aron era un hombre de cuarenta y pocos, alto de espalda ancha, de poco pelo y un gran bigote rubio, siempre sonriente. Sheeba era alta, no tanto como su marido, de pelo largo cobrizo, no tan sonriente como a Jez le gustaría. Su madre se esforzaba por convertirla en una señorita, le daba clases de piano y canto. Y luego estaba Jezebel, una niña de dieciseis años, alta y con mucho pecho para su edad, que luchaba por ser caballero, pero sabía que a sus padres nos les gustaría nada la idea, así que nunca les dijo que se había inscrito en las pruebas. 


-Buenos días papá! Buenos días mamá! -Les saludó con una sonrisa en los labios. 


-Buenos días mi pequeña, ¿has dormido bien? -Su padre apartó los ojos del periódico que estaba leyendo y nada verla, una gran sonrisa decoró su rostro, debajo de un gran bigote. Sí, era la niña de papá. 


-Buenos días cielo. Que no se te olvide que esta noche tenemos visita y te quiero bien vestida. -Dijo su madre mientras le servía el desayuno. 


Jezebel no dijo nada, sólo se acercó a su padre y le besó la cabeza para luego sentarse a su lado a comer.  

La puerta de la cocina que daba al patio se abrió y Gerome entró, cargado con bolsas de la compra. Gerome era el mayordomo de la familia, aunque para Jez era parte de ella, llevaba con ellos desde que Aron y Sheeba se casaron, así que la había visto crecer. 


-He de irme, he quedado con KathraMaria y Jake... -Se levantó de la mesa y le dio a Gerome el plato.  Le dio un beso a su madre en la mejilla, a su padre en la calva y salió corriendo de casa. 

 

Jezebel vivía en el barrio burgués de la ciudad. A unos metros de su casa había un orfanato, allí vivían Maria, Jake y Kathra, eran amigos desde muy pequeños. Kathra era la mejor amiga de Jez, aunque a su madre no le gustaba la idea de que la mejor amiga de su hija fuera una huérfana.  


En apenas unos minutos estaba delante del orfanato y allí estaban, Jake un chico alto, delgado, de espalda ancha, rubio de ojos verdes, con pantalón marrón, camisa beige y su espada al cinto. Maria, la más pequeña del grupo y no sólo por la edad, de pelo castaño y ojos violaceos, armada con sus estrellas arrojadizas, jugando con una de ellas entre los dedos. Y, por último, Kathra, una chica menuda, de pelo largo y rubio platino, de ojos azules, cargando con su arco largo a la espalda. Los chicos sonríen a Jezebel cuando la ven y Kathra le lanza una bolsa que Jez coge al vuelo, en ella está la ropa para las pruebas que hace unos días le dejó a Kath para que se la guardara y su espada bastarda. Entró al orfanato para cambiarse de vestimenta. Salió en pocos minutos, ahora vestía unos pantalones negros y camisa ancha blanca que le permitía libertad de movimientos, se colocó la espada en el cinto de la espalda. 


-Mucho mejor. -Rio Jake al verla de nuevo. - Pareces dos personas completamente distintas cuando te pones tu ropa y cuando usas la que te compra tu madre... 


-Lo , al menos papá me deja comprarme algo de ropa normal. -Se encogió de hombros y le pasó el brazo por encima a Kathra. - ¿Nos vamos? 


Sonrieron y se encaminaron hacia el coliseo, donde se celebrarían las pruebas. Mantenían una conversación banal sobre estos días atrás, los entrenamientos... Los enfrentamientos de las pruebas son dobles, así que Jake iba con Maria y Kathra con Jez 


Tardaron como una media en llegar al sitio indicado, había mucha gente allí reunida, niños y adolescentes en su mayoría, muchos de ellos estaban acompañados de sus familias y amigos que les deseaban suerte, les daban consejos... Dieron una vuelta por el recinto para encontrar la puerta por la que debían entrar. Allí había dos chicos hablando entre ellos, a Jez le sonaba haberlos visto por el barrio burgués, uno de ellos era el hijo del herrero, se acercaron. 


- ¿Derek? 




No hay comentarios:

Publicar un comentario