miércoles, 30 de septiembre de 2020

3. Vuelta a la realidad.

Después de haber sido atendidas en la enfermería, Kath y Jezebel subieron a los asientos reservados para los participantes que ya habían competido y vieron los combates que aun quedaban. Este año era para los de las clases altas... Derek y Flavio habían perdido, igual que Jake y María 


Cuando acabaron los combates, ya entrada la tarde, salieron del Coliseo dirección al barrio burgués donde vivían también Derek y Flavio. Jezebel tenía cortes en los brazos, el abdomen y la espalda, por suerte todos eran superficiales, aunque sus padres se darían cuenta, sobre todo su madre. Le recorrió un escalofrió y miró a Kathra. 


- ¿Te quedas esta noche a dormir conmigo? - le puso ojitos de corderito degollado. 


-Sabes que si tu madre te ve los cortes te regañará y castigará, aunque yo esté allí. Además, sabes que no le caigo bien a tu madre... No cree que debas ser amiga de una huérfana. - Parodió a la madre de Jez según iba hablando. Jez se acercó a ella y le echó un brazo por encima de los hombros. 


-Pero está papá y sabes que, si él dice que te puedes quedar, mamá no dirá nada contrario. - Sonrió de oreja a oreja. - Y papá nunca dice que no.  


Kathra puso los ojos en blanco y asintió, sabe que se la llevaría a rastras, aunque dijera que no. Se despidieron de Derek y Flavio un par de calles antes de llegar al orfanato. Cuando estuvieron allí, Jez entró para volver a cambiarse de ropa e intentar cubrir todos los rasguños posibles. 


- ¡Papá, mamá estamos en casa! - Gritó Jezebel cuando entro en su casa y, de repente apareció Gerome, que las miró y alzó una ceja. 


-Tienes un baño listo...para las dos. Tus padres han ido a dar un paseo, pero no creo que tarden mucho en volver. Debéis arreglaros para la cena, tendremos invitados. -Dijo Gerome. 


Las chicas asintieron y subieron rápidamente las escaleras, entraron a la habitación de Jez y atrancaron la puerta con una silla, por si entraban de repente y les veían las heridas. Después de darse un baño, buscó un vestido para Kathra, ya que era más menuda que ella, tuvo que dejarle un vestido que ella no usaba hace años pero que le quedaba perfectamente, y lo mejor es que cubría todos los arañazos al igual que el que había elegido para sí misma. Ayudó a Kathra a peinarse esa maraña de pelo platino. Alguien llamó a la puerta y Jez fue corriendo a abrir, quitando la silla con cuidado. Era su padre. 


Papá! - Saltó a sus brazos y le dio un beso en la calva. Su padre sonrió y la volvió a dejar en el suelo. 


-Estáis preciosas chicas, nuestros invitados estarán a punto de llegar. -Se irguió y se agarró las solapas de la chaqueta. 


- ¿No te importa que Kathra se quede esta noche a dormir verdad? - Sonrió de forma dulce a su padre mientras Kath hacia lo mismo tras Jez. Aron resopló y sonrió. 


-Por supuesto que no, querida, puede quedarse siempre que quiera... esta noche te vendrá bien su compañía. ¡Abajo en diez minutos!- Las chicas saltaron de alegría cuando Aron aceptó, pero a Jez le resultó raro ese último comentario de su padre, pero supuso que su madre no estaría de humor. 




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