Los primeros rayos comenzaron a entrar por la ventana, pero Jez ya estaba despierta. Saltó de la cama, se puso unos pantalones, una camisa ancha y unas botas, cogió su equipaje y salió de su habitación. Sus padres y Gerome estaban en la cocina desayunando. Comió con ellos, se despidió y salió corriendo hacia el orfanato. Llevaba la espada bastada en un cinto a la espalda y el equipaje en una mano. La espada le pesaba, pero terminaría acostumbrándose a ella. A los pocos minutos, llegó al orfanato. Kathra, María y Jake estaban en la puerta.
- ¡Buenos días! -Gritó Jezebel aún a varios metros de sus amigos.
-Por fin, tortuga...-Dijo Jake poniendo los ojos en blanco y se colocó un saco al hombro. - ¿Nos vamos? - María, que estaba a su lado, lo imitó y miró a los demás.
- ¿Cómo? - Preguntó Jez, incrédula. Maria y Jake sacaron sus cartas de admisión. Jezebel, al reconocerlas, gritó y los abrazó. - ¡Seguiremos juntos y seremos los mejores! - Todos rieron y se encaminaron a la dirección que decía la carta, el Barracón 9.
De camino, al girar una esquina, se encontraron con Derek y Flavio, también con equipaje.
- ¿Vosotros también? - Dijo Kathra, alzando una ceja. Los chicos se giraron al oir la pregunta, sonrieron y enseñaron sus cartas. - ¡Genial! Les demostraremos a todos de lo que están hechos los del barrio burgués.
Riendo, siguieron su camino los seis jóvenes. Jez se fijó en las armas que llevaban cada uno: Kathra, arco; Jake, espada larga; María, shurikens; Derek, hacha; Flavio, espada gladius y escudo. Le llevó la atención el escudo de Flavio, era una rodela, pero parecía muy vieja.
-Flavio, ¿ese escudo...? - Preguntó la pelirroja.
-Era de mi padre. -Contestó el joven. - Es, o al menos era, Caballero del Cielo, hace varios años lo enviaron a una misión en Kushistan y desde entonces nadie volvió a verlo...
-Lo siento...-La joven se acercó a él y le colocó la mano en el hombro. - Siento mucho haber preguntado.
-No – El joven negó con la cabeza y le sonrió. - Pasó hace años, pero es verdad que estoy aquí por él. Me gustaría llegar a ser como él, pero, sobre todo, saber qué le ocurrió, si ha muerto o si sigue vivo... Y si sigue vivo poder preguntarle por qué no ha vuelto.
-Claro que sí. -Derek le pasó el brazo por los hombros a sus amigos. - Iremos juntos a buscar a tu viejo. -Ambos jóvenes sonrieron. Derek miró a María. -Oye, ¿de dónde son esas armas? Porque mi padre es herrero y nunca lo he visto hacer algo así...
-María es muda. -Dijo Jake y María sonrieron levemente. - Parece que son una reliquia familiar... o al menos en casi con lo único que la dejaron en el orfanato. -María se encogió de hombros asintiendo. Le tocó el brazo a Jake e hizo varios gestos en lo que parece lengua de signos. - Vale, dice que le gusta tu hacha, que parece afilada, pero no más que sus shurikens. -Rio el joven al terminar de traducir a su amiga.
-Bueno, espero no saberlo en mis propias carnes por si acaso -Rio Derek. - Mi padre me enseñó a forjar, esta hacha la he hecho yo mismo. -El joven cogió su arma y la enseñó al resto, era muy bonita, aunque algo tosca y parecía ser muy pesada.
-Mis padres me han regalado mi espada. -Dijo Jezebel, sacó su espada de la vaina de la espalda y la enseñó.
-Así que ese pedido tan especial que tenía mi padre era esto...-Dijo el hijo del herrero. Jez se quedó mirándolo. - Tu padre estuvo hace un par de semanas en la forja y le hizo el encargo a mi padre, la J que lleva en la empuñadura la hice yo, el resto es obra de mi padre.
-Pues es preciosa –Dijo la pelirroja sonriendo abiertamente y volvió a guardar su arma.
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