Todos se miraron unos a otros, nerviosos pero ansiosos de entrar al recinto. En la puerta, había dos guardias, Caballeros del Segundo Cielo. Les cortaron el paso, tenían que enseñar las cartas recibidas. Al cabo de unos minutos de comprobaciones, los dejaron entrar. Había algunas caras que recordaba del torneo, pero otras le eran totalmente desconocidas.
- ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! -Una chica bajita y el pelo anaranjado corría alrededor de los jóvenes, se detuvo frente a Jezebel.- ¿Por qué eres tan alta? ¿Por qué tienes el pelo tan rojo y largo? - Se colocó frente a Derek. - Eres enooooorme, pero seguro que no me ganas corriendo. - La niña rio y salió corriendo de nuevo. - ¡Me llamo Mika! -Gritó a lo lejos. Los jóvenes se quedaron perplejos.
-Disculpadla... es muy efusiva. - Otra joven apareció a su lado sonriendo. - Mi nombre en Karim. - Dijo la joven y extendió la mano. Uno a uno se fue presentando. - Venid, os llevaré a los dormitorios. -Hizo un gesto con la mano y comenzó a andar.
Según iban avanzando, la joven les hacía un poco el tour; A la derecha: estaban las pistas de atletismo, los muñecos de entrenamiento, la armería, una pequeña forja... A la izquierda: las dianas, más muñecos, la cocina, el comedor... y en el centro, el gran barracón.
- ¿Eso es un agujero? -Preguntó Jake.
En la esquina del ala izquierda, había un enorme agujero que daba directamente al patio. Se veían cómo caminaban algunas personas dentro de la sala. Karim soltó una carcajada.
-Me temo que ese es vuestro dormitorio, chicos. -Dijo la joven. - Los baños y dormitorio de los chicos están a la izquierda, los de las chicas a la derecha. -Las demás jóvenes rieron, aunque disimuladamente.
Una vez en la puerta del barracón, Karim les indicó a los chicos cómo llegar al dormitorio para que dejasen su equipaje y comenzaran a instalarse. Las cuatro chicas siguieron por el pasillo de la derecha y subieron la escalera. Entraron en una gran habitación, donde había un pequeño alboroto y, de repente silencio cuando las tres chicas nuevas entraron, todas las demás las miraban. Las tres jóvenes sonrieron, algo asustadas y avergonzadas de ser el centro de atención.
-Hola a todas – Dijo la pelirroja. - Mi nombre es Jezebel, y ellas son Kathra y María. - Las otras dos jóvenes saludaron con la mano. María tiró levemente del brazo de Jez y le hizo varios gestos. - María dice que está encantada de conoceros y espera que seamos buenas amigas y compañeras.
-Hola. -Una jovencita, se acercó a María, le habló en lengua de signos mientras hablaba también en voz alta. - Mi nombre es Kaori, encantada de conoceros. -La joven tenía los ojos tan claros que parecían blancos, sonrió ampliamente a María y ésta aplaudió sonriendo de igual forma.
-Estas pueden ser vuestras camas. -Dijo una joven de pelo negro largo. - Mi nombre es Marina. -Se llevó el puño al corazón, el saludo de la Orden. Jezebel y Kathra la imitaron.
Jez dejó su equipaje sobre la cama y se dejó caer en ella. Mientras deshacía la maleta, una chica rubia se acercó a ella. Era la chica que hizo el torneo con William.
-Jezebel, ¿verdad? -Dijo con una voz dulce y muy muy suave. - Mi nombre es Silver...
-Fuiste la pareja de William en las pruebas. -Dijo Jez, la chica pareció asustarse y la pelirroja le sonrió. - Tranquila, no te guardo ningún rencor. Quizás mi amiga no piense lo mismo, ya que fuiste a ella a quien le pateaste el culo. -Soltó una carcajada y junto a su casa, Kathra le enseñó el dedo corazón y le sacó la lengua a su amiga.
-No le hagas caso, le gusta meter cizaña...-Kathra se acercó y le tendió la mano a Silver. - Sin rencores, ahora somos compañeras. - Silver, sonrojada, estrechó la mano que le tendían.
-Será un placer ayudaros en lo que necesitéis, chicas. -dijo Silver.
-Deja de intentar servir a todo el mundo, Silver. Ya no vives en casa de los Moore, aquí no eres una sirvienta, eres una más. -dijo Karim.
- ¿Sirvienta en casa de los Moore? -Jezebel alzó una ceja y miró a la joven rubia.
-Así es, soy...era sirvienta en casa de los señores Moore, mi misión es cuidar al señorito William de que no le ocurra nada y servirle en lo que necesite. -Jezebel palideció.
- ¿¡William también está aquí!? -preguntó la joven con un tono más alto de lo que pretendía.
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