jueves, 3 de diciembre de 2020

53. En casa.

- ¿Podemos hablar? -Jake se colocó junto a Jez, que iba rezagada respecto a los demás. 

-Jake, por favor, no. -Suplicó la joven. - Sólo quiero llegar a casa, ver a mis padres y creerme que, durante unos días, vuelvo a ser una persona normal. -Miró a los ojos del joven. - Este será nuestro último festival como civiles, el año que viene, si Abel quiere, seremos Caballeros del primer Cielo. 


-Está bien...-Resopló Jake y avanzó hasta colocarse junto a Kathra. 


La primera parada fue en la casa de Derek; su padre salió de la forja y abrazó con fuerza a su hijo, estrechó la mano de Antonio, Jake y Kathra mientras Derek los iba presentado. 


-...y ella es Jezebel. -Dijo Derek, la joven se acercó y estiró la mano hacia el herrero que se la estrechó. 


-Asi que tú eres la joven Krons...-Murmuró el hombre. 


-Así es, señor. -sonrió la joven. - Tengo entendido que usted fue quien creó mi bastarda. -

Jez sacó su espada del tahalí. 


-Veo que sigue de una pieza. -Rio el hombre. - Me alegro de que te gustara. 


Después de hablar unos minutos con el herrero, los jóvenes restantes, siguieron su camino, hasta la casa de Flavio. 


Allí los recibió una niña, la hermana de Flavio, que estaba decidida a ser mejor Caballera que su padre y su hermano. Luego salió la madre de Flavio que lo abrazó con fuerza y, junto a ella, el otro hermano, mellizo de la primera, que quería ser panadero. 


Los tres jóvenes, Kathra, Jake y Jez, se dirigieron a casa, los primeros se quedaron en el orfanato, inundados por una marea de chicos. Y, a un lado, estaban los chicos que salvaron del orfanato del barrio bajo. 


Por último, Jez continuó un par de minutos más hasta su casa. 


- ¿Mamá? ¿Papá? ¿Gerome? -La joven cerró la puerta tras ella. 


La casa estaba a oscuras, las ventanas cerradas, las velas apagadas... La joven, dejó caer al suelo su macuto, se llevó la mano a la espada, desenvainó y adoptó posición de combate. 


- ¡SORPR...esa! -Gritaron los componentes de su familia hasta que la vieron con la espada en las manos. 


- ¿¡Es que estáis locos!? -La joven se irguió de nuevo, pasándose una mano por el pelo y envainando la espada. 


-Oh, mi pequeña guerrera, lo sentimos –Aron se acercó rápidamente a su hija y la estrujó entre sus brazos. 


La respiración de la joven todavía estaba acelerada, aún así, abrazó a su padre, que la alzaba del suelo. Cuando volvió a tocar tierra, su madre, que estaba junto a ellos, la abrazó y la joven la estrecho con fuerza. 


- ¿Estás bien? -Susurró la joven en el oído de Sheeba. 


-Ahora, mejor que nunca. -Respondió su madre sonriendo dulcemente. 


- ¿Me permite un abrazo, señorita Krons? -Dijo Gerome. 


-No se lo permito, ¡se lo exijo! -Respondió la joven, lanzándose a los brazos del mayordomo. 


- ¡Oh! Casi se me olvida...-Dijo la joven cuando se apartó del hombre, mirando a sus tres acompañantes. - Esta tarde vienes mis compañer... mis amigas a casa. -Sonrió la joven. - Les prestaré algunos vestidos antiguos, nos prepararemos aquí y saldremos al festival, ¿os parece bien? 


-Por supuesto, pequeña. -Dijo Aron. - Será un placer recibir al futuro de los Caballeros del Cielo. 




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