Jez no pudo volver a dormirse después de ver la sombra, se quedó en la cama, con la espada a mano. Cuando los primeros rayos de sol empezaron a entrar por las ventanas, la joven se levantó, igual que Karim y Silver.
La pelirroja cogió su toalla y se fue al baño. Minutos después, regresó, envuelta en la tela. Se vistió en silencio mientras las otras chicas hablaban, sin prestarles mucha atención.
- ¿Verdad Jez? -Dijo Kathra. La joven alzó la mirada hacia su amiga.
-Perdona, ¿qué decías? Estaba pensando en mis cosas...-Sonrió levemente.
-Ya, llevas igual toda la semana...-Murmuró Kathra.- Decía que seguramente ya tengas los vestidos que vayas a usar preparados por tu madre desde hace semanas.
-Supongo que si...-La joven se encogió de hombros.
-Oye, Jez, ¿cómo está tu madre? -Preguntó Silver.
-La verdad es que no se mucho más -resopló levemente la joven. - Kazuya ha ido un par de veces a verla desde entonces, pero no me ha dicho nada, así que supongo que está bien. Estoy deseando llegar y ver cómo está. Gracias por preguntar Sil -sonrió abiertamente a la rubia.
-Bueno...mientras vosotras os vais -decía Karim sentándose junto a Hannako y achuchándola.- Nosotras nos quedaremos aquí solitas... -Lo decía sonriendo.
- ¿Por qué no os venís conmigo? -Expuso la pelirroja. - Es más, ¿por qué no os venís todas?
-Yo debería ir a casa de los Moore. -Dijo tristemente Silver.
- ¿Para qué? -Jez se levantó, se acercó a ella y le pasó un brazo por los hombros. - ¿Para qué vuelvas a ser la sirvienta? -La rubio sonrió suavemente. - Estás a punto de convertirte en un Caballero, querida. No permitiré que te traten como a una sirvienta...
-Oh, Jez...-Dijo la joven rubia y abrazó con fuerza a la pelirroja. - Gracias, amiga. -Susurró la joven.
-Hay que ponerte guapa para esta noche... –Rio Jez mientras abrazaba a Silver. - Bueno, ¿qué decís? Podéis ir a casa a comer y veniros a la mía, nos vestimos y salimos juntas hacia el festival.
-Yo no tengo vestido... -susurró Hannako.
-Tranquila, la pelirroja tiene un montón de vestidos de cuando era pequeña, ¡que son los que me pongo yo! -Contestó Kathra.- ¡Seguro que encontramos alguno que te venga bien!
- ¿Decidido entonces? ¿Os espero después de comer? -Todas las jóvenes asintieron. - Verás cuando le diga a mi madre que venis todas...
- ¿Se va a enfadar? -Preguntó Marina.
-Estará eufórica... preparará té y todo, seguro. -Comentó Kathra mirando a Jez y ambas rieron.
Minutos después, todos los cadetes que se iban a casa, salieron del barracón en dirección a sus hogares. Jake, Kathra, Flavio y Derek se dirigían hacia el barrio burgués, junto con un polizón. Antonio, que se quedaría estos días en casa de Derek.
Las calles de la ciudad estaban preciosas, engalanadas y listas para el festival que daba comienzo esa noche. (...)
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