miércoles, 14 de octubre de 2020

18. La gema

Estaba junto a un puente de la ciudad, donde había una entrada vallada de los sumideros. Entró. Un pasillo. Todo estaba muy oscuro, se movía con rapidez. Al fondo se distinguía una leve luz. En unos segundos, estaban allí, en una sala, perteneciente a las alcantarillas. Un grupo de hombres miraba a otro, que estaba en una especie de tribuna que les hablaba, no podía escuchar nada, pero el hombre movía la boca. Miró a su alrededor, algunas caras le resultaban familiares. Al se movió al fondo de la sala y fue a ver. Una niña. Había una niña enjaulada y un joven corpulento estaba junto a ella. 

De repente, las chicas volvían a estar en el agujero donde Jez había caído. Las jóvenes se miraron una a otra. 


- ¿Has visto eso? -Preguntó la rubia aun perpleja. 


Jezebel sólo asintió. Cerró la caja del collar y se la entregó a Kath. Sacó su espada del tahalí y golpeó el candado de la reja. Dio una patada para terminar de abrirlo.  


-Salgamos de aquí... Pero estate atenta. -Dijo la pelirroja. La otra joven guardó el estuche en el carcaj de las flechas y se puso en guardia. 


Jez, cogió la antorcha y se adentró en el túnel. Caminaron durante varios minutos y diversos túneles, hasta que encontraron una escalera que se elevaba. La pelirroja empezó a subir, se topó con la cubierta de la alcantarilla, empujó hasta que cedió y pudo deslizarla. Al fin vio luz natural. Estaban en una plaza de la ciudad. Jez ayudó a Kathra a salir, devolvió la tapa a su sitio y se encaminaron hacia el barracón. 


Al girar la esquina de la calle donde se encontraba el campamento, se encontraron con Kazuya e Iritia. Las dos jóvenes se quedaron paralizadas, no pueden salir del recinto sin permiso bajo ninguna circunstancia. 


- ¿Qué hacéis aquí fuera? -Dijo muy serio el capitán. 


-Capitán... ¿podemos hablar a solas? - Dijo Jezebel algo nerviosa. 


-No me han respondido, cadetes. 


-Señor, caí a un viejo sótano bajo el pasillo trasero, la única forma de salir era por las alcantarillas. -Respondió la pelirroja. El capitán gruñó levemente 


- ¿Estáis bien? -Preguntó la sargento Iritia. 


-Sí, señora. -Se apresuró a decir Kathra.- Aunque Jezebel fue la primera en caer, podría haberse hecho daño de nuevo en el costado. -Jez golpeó el brazo de su amiga. 


-Cadete, vaya a enfermería, la revisaré. -Sentenció el capitán y entró al recinto, seguido de la sargento. 


Jezebel miró a su amiga de mala gana, puso los ojos en blanco y tiró de ella para ir al barracón. Llegaron a la habitación, donde estaba María intentando hablar con las otras chicas. 


- ¡Estáis aquí! - Exclamó Kaori. 


-Tranquilas, estamos bien. -Dijo la pelirroja. María corrió a abrazar a sus amigas, Jezebel se quejó de dolor y la joven se retiró, llevándose las manos a la boca, pidiendo perdón a su amiga. 


-No pasa nada. -Dijo Jez llevándose una mano al costado. - Tengo que ir a que el capitán me revise... Luego os veo. -Antes de irse, metió la mano en la aljaba de Kath y cogió el estuche del colgante. 


Minutos después, estaba frente a la puerta de la enfermería, mirando el estuche del colgante, pensando cómo iba a explicárselo a su superior. 


- ¿Qué haces ahí? -Dijo el capitán al abrir la puerta. 


-Perdón, señor. -Dijo la joven y entró a la habitación. -Señor, antes de que me revise el costado, he de contarle algo. - Kazuya la miró en silencio y alzó una ceja. - Cuando caí en el sótano y mientras esperaba a que Kath abriera el candado de la reja que daba a las alcantarillas, encontré esto. -Le dio la caja al capitán. - Cuando Kathra y yo tocamos la piedra, vimos... fue como una visión, un sueño... -Se llevó la mano a la cabeza. - Capitán sé que suena extraño, si sólo lo hubiera visto yo, diría que es producto de la caída, pero lo vimos las dos... Un puente, los pasillos de las alcantarillas, varios hombres, ¡una niña! Había una niña encerrada en una jaula, señor. 


El capitán se quedó en silencio, escuchando atentamente a la joven, observando la joya. Cuando la joven terminó de hablar, Kazuya colocó la mano sobre la piedra y la dejó caer. Se quedó mirando a la nada. 





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