Seis semanas después de que llegaran Hannako y Félix, por fin había llegado el día de salir a patrullar la ciudad. Aunque los chicos nuevos, aún no podían salir, se quedarían haciendo sus respectivos entrenamientos.
Hannako ya había perdido todo ápice de vergüenza y habla con todos los cadetes, tanto chicos como chicas, aunque sus mayores apoyos siguen siendo Felix y Jez. El chico, por su parte, ha hecho buenas migas con Castle y Hawk, y se tiran el día entrando juntos.
Durante esas semanas, Jez siguió sus clases de medina con Phein. Se habían centrado en cómo cerrar una herida abierta con puntos y que la cicatriz quedara lo más estética posible.
-Bien, cadetes. Hoy será vuestro primer día patrullando la ciudad, haréis grupos de tres y uno de cuatro, que se elegirán por sorteo, al igual que vuestra zona de vigilancia. Si tenéis algún problema, debéis acudir a los Caballeros que haya por la zona, nada de actuar por vuestra cuenta. -El Capitán Kazuya miró directamente a Jezebel y está sonrió de forma inocente.
Mika, Maria y Derek iran a la zona Catedral.
Alexander, William y Silver alrededores de Palacio.
Hawk, Kaori, Karim y Flavio a los Barrios Bajos.
Jezebel, Jake y Marina al Barrio Burgués.
Antonio, Kathra y Castle a las murallas.
Le había tocado el barrio burgués, eso quiere decir... ¡que podrá ver a sus padres!
-...y así es como han quedado los equipos, ahora id a vestiros con las armaduras y os veo en una hora en la entrada. -Sentenció el Capitán.
Los cadetes volvieron a sus respectivas habitaciones y empezaron a vestirse, ayudándose unos a otros para ajustarse las armaduras. Aunque Hannako no podría salir de patrulla, ayudó a las chicas con lo que pudo.
A la hora acordada, todos estaban en la puerta del recinto. Kazuya y los Sargentos también se encontraban allí. El Capitán dio algunas directrices más antes de apartarse de la puerta y dejar pasar a los emocionados jóvenes. Cada grupo tomó dirección a su zona a patrullar.
Jezebel, iba con Jake y Marina al barrio burgués donde se habían criado ella y el chico. La pelirroja estaba emocionada porque podría ver a sus padres después de casi tres meses. Nunca había estado tanto tiempo separada ellos, ni siquiera cuando su padre viaja por trabajo. Un mes o mes y medio es lo máximo.
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