Jez corrió hacia su casa, haciendo caso omiso los gritos de su amigo. Abrió la puerta de golpe y Gerome, que estaba en la cocina, se le cayó un plato a suelo.
- ¡Señorita Jez! -Gritó el hombre.
- ¿Dónde está mi madre? -Preguntó la joven con la respiración acelerada.
-Aún no ha vuelto, señorita. -Dijo Gerome, mientras se acercaba a ella. - ¿Qué ocurre?
Jake y Marina llegaron a la puerta de la casa, Jezebel los empujó para salir y se dirigió de nuevo al charco. Sus compañeros se miraron y la siguieron de nuevo.
-Jez, ¿qué pasa? -Preguntó el joven.
-Este collar... -Respondió la pelirroja mientras alzaba el collar con la daga. - Es de mi madre.
-¿Jez? - Gerome, había salido corriendo tras la joven. - Oh, por Abel... eso es de la señora...
-Avisa a una patrulla. -Dijo Marina. - Jez, tenemos que dar parte a una patrulla, que ellos se encarguen.
La joven volvió a dejar el collar sobre el charco, miró alrededor y vio algunas manchas de sangre adentrándose en un callejón.
-Avisa a quién quieras. -Miró a su compañera, seria, con oscuridad en la mirada. - Pero no esperes que me quede quieta hasta que lleguen. -Se adentró en el callejón, siguiendo el rastro.
-Voy con ella, avisa a la patrulla. - Le dijo Jake a Marina y después trotó hasta situarse junto a Jez y le cogió la mano. - Esta vez no voy a dejar que vayas sin mí, pelirroja.
Jez le sonrió levemente, apretó la mano del joven y luego la soltó para seguir de nuevo el rastro de sangre. Cada vez se iban adentrando más en el callejón, Jake miraba a todas partes mientras Jezebel se concentraba en el rastro. A la joven le temblaba todo su ser, quería gritar, llorar, matar a alguien. Sólo deseaba que al final del reguero, no estuviese el cuerpo de su madre.
Al cabo de unos minutos, el reguero acabó en la puerta de una casa. Jez avisó en silencio a Jake y ambos desenvainaron. La joven dio una fuerte patada en la puerta y abrió de par en par. Jake entró a la casa tras su amiga y se colocó a un lado de ella. Un hombre estaba arrodillado junto a Sheeba, que estaba llena de moratones y heridas. El susodicho, tenía un arma apuntando a su madre.
- ¡Mamá! -Gritó la joven.
-No, no, no... -Dijo el hombre. - No tan rápido, preciosa. Le has robado a quien no debías...-Sonrió, sus dientes eran amarillos y su ropa andrajosa. Era un mendigo. - Mi rey tiene que sustituir un cuerpo por otro, pequeña...
-Suelta a mi madre y quizás vivas un día más. -Dijo la joven, dando un paso adelante.
-Créeme, pequeña, mi rey da mucho más miedo que tú... - rio levemente.
En ese momento, se oyó un pequeño estruendo que hizo que el hombre se distrajera, instante en el que Jez envainó la espada y aprovechó para lanzarse contra el hombre y apartarlo de su madre. Ambos cayeron al suelo, la joven se colocó sobre el hombre, colocó una pierna sobre el brazo del hombre y el puente de la bota sobre la muñeca e inmovilizó así la mano del arma. De la otra bota, sacó la daga y se la puso al hombre en el cuello.
-Saca de aquí a mi madre. -Gritó la joven. Jake obedeció, tomó a Sheeba en brazos, casi inconsciente.
-Dile a tu rey que no se hace una idea de con quien juega... -Jezebel le sonrió al hombre de forma malévola y éste le lanzó una mirada retadora. Lo que el hombre no sabía es que Jezebel estudia medicina y sabe cómo noquear a alguien con un solo corte, y así lo hizo.
Cuando el hombre estuvo inconsciente, se levantó, le dio una patada en la mano para apartarle el arma. Lo ató de manos y pies, se puso de pie y tiró de él hacia la calle.
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