jueves, 29 de octubre de 2020

29. Regañinas.

Cuando los Caballeros del Cielo se fueron, Jake y Jez se despidieron de ellos llevándose el puño al pecho. La joven se giró, pero el chico tiró de su hombro y la abrazó con fuerza. 

- ¿Estás bien? -Susurró el joven. 


-Si... -La pelirroja apoyo la cabeza en la clavícula de Jake. - Aún me tiembla un poco... todo, no  cómo he sido capaz de coserle el gemelo a mi madre. 


-Cadetes. - La voz de Phein resonó tras ellos y los chicos se separaron rápidamente. - ¿Qué demonios a ocurrido ahora? -Preguntó el capitán. 


-Señor -Jez dio un paso al frente, al menos la voz no le temblada. - Estábamos haciendo la ronda cuando Marina se percató de un charco de sangre, lo inspeccioné y había un collar, de mi madre, señor. Corrí hacia casa, Gerome me dijo que aún no había llegado y volví al charco, encontré algunas gotas de sangre y seguí el rastro con Jake mientras Marina avisaba a una patrulla. Encontramos a mi madre y al hombre en una casa del callejón a unos ciento cincuenta metros de la entrada en el lateral derecho. Entramos a la casa y el hombre estaba amenazando a mi madre con un arma, Jake tiró algo al suelo que lo distrajo y procedí a la inmovilización del hombre. Ordené a Jake que sacase a mi madre de allí y dejé inconsciente al susodicho, lo até de manos y pies y tiré de él hasta fuera del callejón, donde la patrulla lo recogió. Después curé y cosí las heridas de mi madre. Y hace como cinco minutos dos caballeros han venido a tomarme declaración de lo ocurrido. -Concluyó la joven. 


- ¿Y qué es lo que no les has contado? -El capitán alzó una ceja, sabía que ocultaba algo. La joven resopló. 


-Ese hombre era un secuaz del Rey de las Ratas. Señor, mi familia está en peligro. No puedo quedarme quieta... 


-Si, lo harás, porque yo te lo ordeno. -Sentenció el Capitán. - Yo me encargaré. ¿Dónde está tu madre? 


-Por aquí, señor. -Jez tenía la mandíbula apretada, pero guio a su Capitán hasta su madre, que empezaba a recuperar la consciencia.  


Jake los siguió y, junto a Marina, se quedaron los tres jóvenes en el umbral del salón. Jez observaba cada movimiento que hacía Phein con su madre, observándole cada milímetro de la piel, revisando la costura que había realizado la joven. Al cabo de unos largos minutos, Phein administró a su madre un brebaje y le extendió un ungüento sobre las heridas menos en la cosida y se levantó. 


-El brebaje la hará dormir, señora Krons, le dejaré a Gerome la pomada para los moretones y en unos días estará como una rosa. -Phein miró a Aron. - Señor Krons, debería llevarla a recámara y dejar que descanse. 


El padre de la pelirroja se levantó del sillón y cogió a su esposa en brazos, la subió a la habitación y bajó unos minutos después. 


- ¿Qué cojones ha pasado? -Preguntó el hombre, furioso. 


-Papá, ha sido culpa mia, yo...-La mano de Phein calló a la joven. 


-Señor Krons, su hija desobedeció una orden directa y, junto a tres compañeros, iniciaron el rescate de una joven. Parece ser que esa joven estaba siendo usada como mercancía, y ahora, el hombre al que se la robaron, busca venganza. -Relató el capitán. Aron desvió la vista de Phein hacia su hija y alzó una ceja. - Por lo que le daremos protección oficial de la Orden, hasta que este asunto quede zanjado. 


-De acuerdo, capitán Phein. -Aron se cruzó de brazos. - Si no le importa, aún tengo algunos contactos con mi antigua vida, y contrataré a algunos guardaespaldas más. No quiero que esto vuelva a repetirse. -Señaló a su hija con el dedo índice. - Y tú, más te vale tener cuidado. -La joven se sobresaltó al oír a su padre. - Ahora eres caballero y, por suerte para ti, no puedo tenerte encerrada en tu habitación. Así que ten cuidado. -La joven asintió a las palabras de su padre, que se acercó a ella y le besó la frente. - Pero estoy orgulloso de ti, no lo olvides. -Susurró el hombre y la hija sonrió cariñosamente. 


-Cadetes, nos vamos. -Declaró el Capitán. 


Jez subió rápidamente a la habitación de sus padres, besó la frente de su madre dormida, bajó de nuevo, se despidió de Gerome y de su padre. Los demás la esperaban fuera de la casa. Mientras volvían al barracón, Derek y Flavio aparecieron corriendo, parecían desesperados. 






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