miércoles, 4 de noviembre de 2020

33. Nuevos datos.

Habían pasado varias semanas desde la desaparición de María y Kaori. Los jóvenes cadetes seguían con su entrenamiento por las mañanas y por las tardes, por turnos, observaban los interrogatorios y, a veces, participaban. Pocos llegaban a hablar, y lo que decían ya lo sabían. 

Sólo daban una descripción del Rey de las Ratas y que se reúnen en las alcantarillas de la ciudad. Después de cada interrogatorio, Jezebel se dedicaba a curar tanto al interrogado como al interrogador, pero se centraba más en sus compañeros. Una vez curados, venían varios caballeros del cuarto cielo a llevarse a los detenidos.  

Pocos días antes de que se cumpliera un mes desde la desaparición de las jóvenes un hombre dio una nueva descripción del que parecía un terrateniente del Rey de las Ratas. Un hombre alto, de espalda ancha, siempre vestido de negro y con un sombrero, aunque fuera de noche. 


El Capitán Kazuya emitió una orden de busca y captura contra el ‘’Enterrador’’ como lo apodó el testigo. Pero durante días no hubo resultado.  


Algunas semanas después, al finalizar el día de patrulla, los jóvenes llegaron al barracón, se quitaron las armaduras, se bañaron, comieron... La sargento Iritia informó que Kazuya y Rodrik estaban interrogando a un hombre. Horas más tarde, Jezebel fue llamada al despacho de Phein 


-Capitán -llamó la joven a la puerta. 


-Entra y cierra. -Contestó Phein desde dentro. La joven obedeció y cerró la puerta tras ella, Félix también estaba allí. - Después de casi dos meses, por fin parece que tenemos algo sólido.  -La joven se acercó al escritorio y se sentó en la silla libre. - Parece ser que tiene algo que ver con el orfanato de los barrios bajos. 


-Puede que use a los niños de allí como mercancía o como espías, por eso sabía dónde encontrar a las patrullas o a tu familia -Comentó Félix. - Los niños pasan desapercibido y pueden esconderse fácilmente sin ser vistos.  

-Así es -continuó Kazuya.- Según los informes, muy cerca del orfanato hay otra salida de las alcantarillas, como la que os metisteis para rescatar a Hannako y Félix. -El capitán se inclinó sobre la mesa. - En unos días, cuando tengamos más información sobre el lugar, iré con algunos Caballeros del Cielo. 


- ¿Unos días? -La joven se levantó de la silla, apretaba los puños junto a los muslos. - Han 

pasado casi dos meses desde que se las llevaron, ¿no ha pasado ya suficiente tiempo? ¿y si no están allí? ¿Y si las han sacado del Imperio? Y si...-La voz de la joven se quebró levemente. 


- ¡Por eso mismo no pienso poner a mi hermana pequeña en más peligro! -Kazuya dio un fuerte golpe en la mesa, levantándose de su asiento y habló de forma autoritaria, alzando el tono. - Le recuerdo, señorita Krons, que yo también he perdido a alguien en este secuestro, y ella sí es sangre de mi sangre. -Señaló la puerta. - Y ahora, largaos. 


La joven no se movió, miraba a su capitán con ira y tanta impotencia que estaba a punto de llorar por ella. Félix se levantó y cogió a la pelirroja por la cintura, tirando de ella hacia fuera del despacho. Jezebel se resistía, seguía mirando a Phein de forma intensa, pero el joven era más fuerte y acabó por sacarla al pasillo, cerró la puerta tras ellos.  


-Eh, eh...-Le susurró el joven. La tomó de la barbilla, le alzó la cabeza y, con los pulgares, le secó las mejillas. - Las encontraremos, ¿de acuerdo? 


Jezebel respiró hondó, dejó caer la cabeza sobre la clavícula del joven, apretando la camisa del joven por los costados. Félix la rodeó con los brazos y la estrechó contra él. 


- ¿Vamos a pegar unos puñetazos o espadazos a los muñecos para desahogarte? -Preguntó el joven sonriendo a lo que la joven contestó asintiendo con la cabeza.




 

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