lunes, 9 de noviembre de 2020

36. El Enterrador

Los jóvenes que se encontraban dentro del orfanato, salieron y se dirigieron a la dársena, donde los esperaban los demás 

- ¿Qué habéis encontrado? -Preguntó Flavio 


-Todos los niños están dormidos, parece que les dan alcohol para que no se despierten. Y la mujer que debería cuidar de ellos lleva muerta varias semanas. -Susurró la pelirroja. - ¿Cuántos han entrado? 


-Al menos diez. -Contestó Jake. 


- ¿Qué hacemos, Jez? -Dijo Karim. 


Jezebel subió sigilosamente la colina desde la dársena a la calle, observó a su alrededor. No había nadie en la calle, todas las luces estaban apagadas excepto la casa donde estaba el Enterrador y sus hombres. Volvió a deslizarse con sus compañeros, respiró hondo. Miró hacia donde estaban Kathra, Mika y William. ‘’Estamos bien, tranquila’’ dijo Mika en su cabeza, ‘’lo que tu digas es lo que haremos’’. La joven pelirroja asintió repetidas veces a las palabras de su compañera, miró a los demás y asintió. 


-Vamos por todas. - Afirmó la joven con mirada intensa. 


Los cadetes que estaban junto a ella desenvainaron sus armas y comenzaron a subir la pequeña colina hasta la entrada de la casa. Derek se preparó para derribar la puerta, esperando la orden de Jez. Cuando todos estuvieron en posición, la pelirroja miró al hijo del herrero y asintió. El joven golpeó la puerta y la abrió de una patada.  


Flavio fue el primero en entrar y cubrir a sus compañeros con el escudo. Lo que vino a continuación fue una escena de caos. Los jóvenes atacaban a los mendigos que desenvainaban sus armas y contraatacaban a los cadetes. Las flechas de Kathra entraban por las ventanas, hiriendo a algunos y rasguñando a otros. La sangre fluía por la sala. Jezebel podía oír perfectamente el sonido de las pieles al ser cortadas.  


Un hombre fue directo hacia la pelirroja y ésta se defendió, movió la espada con agilidad y le propició un corte que le cruzó el pecho y lo apartó de una patada, como le había enseñado Félix 


Miró a su alrededor, pero el Enterrador no estaba. Se oían gritos de cómo sus compañeros preguntaban por él. De repente, vio a Kathra en la puerta, apuntando hacia ella. Disparó. La flecha rozó el flequillo pelirrojo y se incrustó en la garganta de un mendigo que había tras ella y cayó al suelo. Jezebel volvió a respirar. Se giró y empezó a correr por el pasillo de la casa, abriendo cada habitación. La seguían Jake, Kathra y Castle. Llegaron a la última habitación y la pelirroja la abrió de una patada. Allí estaba, el Enterrador. Junto con otros seis hombres más que se abalanzaron sobre los jóvenes. 


Kathra adquirió mucha rapidez con el arco y sus flechas volaban por la sala hacia los hombres. Eran hombres con formación militar. Los demás jóvenes atacaron hasta sólo quedar con el Enterrador. Estaban agotados. Jez miró a su alrededor, jadeante. Jake se había desmayado por un golpe en la cabeza, pero no sangraba. Kathra, que estaba junto a él, corrió hacia el Enterrador con la daga en la mano. 


El hombre se giró suavemente y cuando la joven saltó, le dio una patada entre las piernas que la hizo estrellarse contra la pared, arrastrando con ella a Castle. Se había quedado sola contra él. A lo lejos, oía cómo sus compañeros seguían luchando. 


Estaba muy cansada. Casi no podía respirar bien después del golpe que había recibido en el pecho y, de vez en cuando, se le nublaba la vista. Estaba a punto de desmayarse. 


De un momento a otro, mientras perdía la consciencia, oyó un fuerte estruendo, muchas pisadas y alguien que la agarraba. Todo se fue volviendo oscuro. 





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