miércoles, 11 de noviembre de 2020

38. Topo.

Minutos después de estar sentada en la puerta de Phein, la mano de Flavio le acarició el pelo y se acuclilló frente a ella. 

- ¿Estás bien, Jez? -Preguntó el joven 


Jezebel levantó la cabeza levemente hasta dejar el mentón apoyado en los antebrazos, tenía los ojos entrecerrados por el cansancio y la culpa, respiró hondo y miró a Flavio. 


-Si te digo si, te miento, pero si te digo que no, también. -Susurró la joven. Flavio se sentó junto a ella y le pasó un brazo por los hombros, a lo que la joven se acomodó y quedó apoyando la cabeza en la clavícula de éste. - Estoy bien porque no hay ningún herido de gravedad, pero estoy mal porque seguimos sin tener noticias de María y Kaori -Respiró hondo para recomponerse después de mencionar a sus compañeras. - y el capitán nos prohíbe salir en los próximos cinco meses bajo ningún concepto. Y a , en concreto, si vuelvo a desobedecer una orden, estoy fuera. 


-Tendrás que relajarte, Jez... -Dijo Flavio mientras la achuchaba y le acariciaba el pelo. - A partir de ahora nos tranquilizaremos, seguiremos las órdenes. Por cierto... -Se llevó la mano libre a la nuca y se sonrojó suavemente. Jez le miró. - ¿Cómo está Karim? 


- ¿Karim? -Preguntó la joven sonriendo levemente. - Está bien, ella y Alexander tienen una contusión leve en la cabeza, deberían quedarse unos días en la enfermería, igual que Derek por la herida del muslo, no debería apoyarlo. 


- ¿Derek? ¿Por eso cojeaba? -Preguntó el joven alzando una ceja. - Lo acabo de ver en el campo de entrenamiento con el hacha... 

La joven abrió los ojos y se irguió de repente, le levanto de un salto, notando una fuerte punzada en el costado de los puntos que le tiraban de la piel. Se llevó una mano sobre la herida y salió corriendo al patio. Lo vio, estaba con el hacha destrozando un tronco. Le sangraba la pierna. Corrió hacia él y se interpuso entre el hacha y la madera. 


- ¡Para! -Gritó la joven. Derek detuvo su arma a escasos centímetros del rostro de la joven. 


- ¿Se puede saber en qué pensabas? -Gritó el hijo del herrero. - ¡Podría haberte cortado en dos, idiota! -Dejó caer el hacha a un lado. 


- ¡Pensaba en que tienes que descansar! -Señaló la pierna de Derek. - Te está sangrando, pedazo de imbécil.  


Empujó al joven hasta que lo dejó sentado en un banco de entrenamiento y le rajó el pantalón para poder ver la herida. Tenía el vendaje cubierto de sangre y le chorreaba hasta el suelo. La joven gruñó y salió corriendo hacia la enfermería.  


Unos minutos después regresó con una caja y los materiales, se sentó en el suelo frente a Derek, retiró el vendaje manchado, limpió de nuevo la herida y todo rastro de sangre de la pierna del joven. Revisó los puntos, se habían soltado tres, así que volvió a coserle. Media hora es lo que tardó esta vez en hacerle las curas, a que le dio más puntos de los necesarios por si acaso. 


- ¿Has hablado con el Capitán? -Preguntó Derek con la mirada en el horizonte 


-Si –La joven respiró hondo mientras seguía con las curas. - No podremos salir durante los próximos cinco meses y si vuelvo a desobedecer, me expulsará. 


-Lo siento. - Dijo el joven, miró a la cadete. - Tuve que hacerlo. 


- ¿Tú? -La joven frunció el ceño. - ¿Tú eres el topo? -Volvió a vendarle el muslo, de mala forma y se puso en pie. - Confiaba en ti, Derek. Eres una de las personas en las que más confío. Creía que había sido Hannako la que se lo contó al Capitán. -El joven se levantó y trató de tocarle los hombros a lo que la joven se revolvió, dando unos pasos atrás. - No me toques. -Aseveró la pelirroja. 


-Jez, por favor, yo te...-El joven guardó silencio unos segundos, luego negó suavemente con la cabeza. - Tenía que hacerlo. El capitán me pidió que te vigilara porque sabía que no te quedarías quieta. Si no fuera por eso, podríamos no haber salido de esa casa... 


La joven estaba furiosa, por mucha razón que llevara Derek. Había traicionado su confianza. Se giró, dando la espalda al joven y se encaminó hacia el barracón. Pero su marcha se vio interrumpida por un fuerte dolor en las costillas que la hizo tambalearse y caer de rodillas al suelo, se llevó la mano al costado. Las lágrimas empezaron a rodar por su rostro. Derek se acercó a ella con rapidez. Se acuclilló frente a ella, intentó levantarla. Jez se miró la mano, cubierta de sangre. El joven también le miró la mano ensangrentada. La levantó del suelo, con un brazo tras la espalda de la joven y el otro bajo las rodillas. 


-¿Qué ocurre? -Preguntó Flavio que salía del barracón con William. 


-Avisad al capitán. La llevo a la enfermería.- Ordenó Derek mientras se encaminaba con la joven en brazos. 

 



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