lunes, 16 de noviembre de 2020

41. Dragón

 La joven se encontraba en la puerta del despacho del capitán, respiró hondo y llamó con los nudillos. 

-Adelante. -Contestó el capitán desde dentro. La joven abrió la puerta, entró y cerró tras ella. 


-Capitán. -Dijo la joven en tono serio. El hombre, que estaba asomado a la ventana, se giró y la joven atisbó una leve sonrisa en su rostro. 


-Cadete Krons. -Contestó al girarse, extendió una mano, señalando la silla. - Creo recordar que debería estar en la enfermería, descansando. 


-Lo sé, señor. - La joven se sentó en el asiento que le ofrecía el hombre e hizo una leve mueca de dolor al hacerlo, carraspeó y se recompuso. - Llevo mucho tiempo allí metida y creo que es hora de volver a los entrenamientos. Gracias por atenderme, capitán. 


-Siento disentir, cadete. -Contrarrestó el capitán mientras se sentaba en su silla. - ¿Te han contado algo de la operación? -La joven negó con la cabeza. - Te operé de urgencia porque tu cuerpo estaba ardiendo por la fiebre. La herida del costado fue hecha con un arma envenenada, parece que fue ungida en un tipo de veneno, raro por la zona. Normalmente, no se detecta hasta pasadas varias semanas que comienzan a surgir ramificaciones de color azul, como si fueran venas, pero en realidad es el veneno intentando llegar al cerebro. Tu cuerpo lo detectó casi al instante, un par de horas después de recibir el veneno. Tu cuerpo luchaba por defenderse de esa infección y eso te provocó la fiebre. -Phein se levantó de la silla y dio algunas vueltas por el despacho, pensativo. 


- ¿Ocurre algo más que no quieres contarme? -Preguntó la joven 


-En resumen, eso es lo que ocurrió. Extraje el veneno –Se acercó a la mesa, abrió uno de los cajones, sacó un recipiente de cristal y se lo dio a la joven. - Esto es lo que saqué de ti. 


La joven tomó el recipiente con cuidado y lo observó. Era una especie de ramificación y, mirándolo de cerca, parecía que es las puntas tenía trozos de carne. 


-Estaba muy agarrado a ti, tanto que tuve que amputarlo de tu piel. Por eso mismo ahora tienes también varios hematomas alrededor de la herida, son los puntos que tuve que cortar. -El capitán se acercó a la joven, le puso una mano en el hombro y, por increíble que parezca, le sonrió abiertamente. - Me alegra que estés bien. 


-Gracias, capitán. - Dijo la joven, visiblemente extrañada por ese gesto de cariño. 


-Ahora eso me lleva a la siguiente cuestión que llevo investigando desde la operación. -Se apoyó en la mesa, frente a la joven. - La temperatura que alcanzó tu cuerpo, debería haberte matado. -La pelirroja alzó una ceja. - Se que estás bien y veo que no tienes secuelas físicas salvo por la operación, pero... deberías estar muerta. Lo que me lleva a creer que... ¿qué sabes de los dragones, Jez? 


-Eh...-La joven quedó perpleja ante la pregunta, pero no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. - Perdón, señor... lo único que sé es que son seres mitológicos, no hay historias que demuestren su existencia. 


-En los libros comunes no –Dijo el capitán. - Hay leyendas muy muy muy antiguas que hablan de que cuando los dragones estaban a punto de extinguirse, adoptaron forma humana para salvar su vida y las de sus crías. -El rostro de Jez era un cuadro, Phein se rascó la nuca. - Se dice que generación tras generación se iba perdiendo más y más los poderes de la sangre de Dragón, pero que siempre quedarían resquicios. Y eso es lo que me lleva a pensar que no moriste porque la sangre de dragón que llevas en tu interior es lo que luchaba contra el veneno y que la misma sangre te protegiera de esa fiebre. 


-Capitán...-La joven intentaba evitar reírse, pero se le hacía muy difícil.- ¿Me está diciendo que cree que sigo viva porque soy descendiente de un dragón? 


-Se que es difícil de creer, pero podríamos investigarlo. - Contestó el hombre. 


-Lo siento, capitán. -La joven se levantó de la silla. - Pero como tú me has enseñado, creo en lo que veo. 


-Entonces, ¿por qué sigues viva?  


-Habré tenido suerte y un gran médico. -Contestó la joven sonriendo. - Le dejo ya, capitán. Gracias por todo. 


-Te veo al mediodía para hacerte las curas. - Dijo el capitán. 


Mientras la joven se acercaba a la puerta, ésta se abrió de repente y apareció Derek. 


- ¡Capitán! Jezebel se ha escap... -Se calló cuando vio a la joven y ésta sonrió. 


-Tranquilo, campeón, estoy bien. -Se acercó al joven, le dio un beso en la mejilla y salió del despacho, cerrando la puerta tras ella. 







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