Habían pasado ya cuatro meses desde el incidente con el Enterrador. Los Caballeros del Cielo lo interrogaban todos los días, pero aún no había soltado prenda. Seguían las investigaciones y redadas por la ciudad, pero no encuentran nada sobre María y Kaori. Los cadetes seguían sin poder salir del recinto del barracón, así que pasaban los días entrenando y dando clases.
Jezebel continuaba las lecciones de medicina con Phein, ahora habían avanzado y el capitán se ayudaba de cadáveres para realizarles una autopsia, a la joven cada vez se le daba mejor hacer los reconocimientos e identificar la causa de la muerte, luego Jez los volvía a suturar para que fueran enterrados.
-Capitán. -Dijo la joven mientras se secaba las manos. - ¿Cuándo volveremos a hacer patrullas? -Phein la miró alzando una ceja. - Lo digo por todos, no sólo por mí. Nos sentimos impotentes por no hacer nada para recuperar a nuestras compañeras.
-Señorita Krons, ¿recuerda usted que una de esas chicas en mi hermana pequeña? -Contestó el capitán. La joven bajó la mirada. - La semana que viene haréis de nuevo las patrullas –El hombre se acercó a la pelirroja. - Pero como alguien se salga de la ruta o se vaya a investigar por su cuenta, no volveréis a salir hasta el año que viene. ¿Entendido?
-S...Sí, capitán. -Susurró la pelirroja. - Se lo comunicaré esta noche a mis compañeros.
La joven cogió la camilla con el cadáver y lo llevó a la linde del barracón, donde varios hombres la esperaban para recoger al fallecido. Una vez entregado, Jez fue directa a darse una ducha para quitarse los restos de sangre que le habían salpicado a pesar de llevar el mandil.
La pelirroja subió a la habitación, se desnudó junto a la cama, dejando allí la ropa sucia, cogió la limpia y entró al baño, directamente a la ducha. Por culpa de la herida del costado tuvo que estar un mes sin poder ducharse de cuerpo entero, tenía que hacerlo por partes.
-¿Jez? -Dijo una voz femenina.
La joven se sobresaltó, se inclinó para ver quién era. Los ojos de Silver la miraban desde la gran bañera.
-Hola, Sil. -Jez salió de la ducha una vez que la sangre había desaparecido de su cuerpo y se acercó a la bañera. - Creía que estaba sola... ¿Qué haces aqui? ¿No deberías estar entrenando abajo?
-Lo sé... -La rubia se encogió de hombros. - Tenía ganas de estar sola...
-Oh, perdona...-La pelirroja dio un par de pasos atrás. - Yo sólo venía a ducharme, que ya he acabado las practicas con Phein.
-No, no -Respondió la joven. - Quédate, me vendrá bien hablar con alguien...
- ¿Qué te ocurre? -Preguntó Jez mientras se metía en la bañera calentita. - ¿Estás bien?
-Si. No. Bueno sí... pero no. -Balbuceaba Silver, parecía nerviosa.
-Eh, tranquila. Estamos solas, cuéntame. -Intentó tranquilizarla.
-Estoy enamorada. -Soltó de repente la rubia.
-Pero...eso es genial, ¿no? -Dijo Jez sonriendo abiertamente, pero Silver negó con la cabeza.
-Él le pertenece a otra. - La joven se mordió el labio mirando a su compañera. Jez alzó una ceja hasta que cayó en cuenta.
-¿William? -Exclamó la joven que se tapó la boca con las manos y se acercó a Silver. - ¿Estás enamorada de William? -La joven asintió sonrojada.
-Pero él está comprometido contigo...-Bajó la mirada.
-Eh, eh...-Jez alzó el mentón de su compañera sonriendo. - Créeme que ninguno de los dos estamos de acuerdo con esa unión... ya has visto cómo nos llevamos. Sólo nos hablamos para insultarnos, enfrentarnos o molestarnos el uno al otro. -Silver alzó una ceja. - Bueno vale, yo le molesto cada vez que le digo querido. -Rio la pelirroja. - No, en serio, no te preocupes por mí ni por nadie, si crees que él es el indicado ve a por él.
-Pero también está su familia... Soy sólo una sirvienta, que está a su disposición por contrato. -Se le empezaba a entrecortar la voz a la joven rubia.
-Eh –Jez le dio un pequeño golpe en el hombro. - ¿Así habla una Caballero del Cielo? Creía que nos estaban enseñando a perseguir nuestro sueño. -Le sonrió dulcemente. - Mi sueño es llegar a ser Pretoriana, pero si el tuyo es William, deberías hablar con él. Y, aunque me cueste reconocerlo, he conocido a su familia y él no se parece a ellos.
-Lo cierto es que no... -Comenzó Silver. - Los hermanos mayores de William lo maltrataban, hasta sus propias hermanas. William está aquí porque estaba amenazado de muerte y era la solución que se le ocurrió. Y yo estoy aquí porque fui comprada para él y mi deber es seguirlo por siempre hasta que me muera o me libere.
-No sabía nada...-Dijo la pelirroja, perpleja.
-La noche que cenaron en casa de tus padres, como él rechazó casarse contigo, el señor Moore le dio una paliza y lo encerró en su habitación. -Silver suspiró. - Tienen mucho cuidado de no lastimarle el rostro para seguir manteniendo las apariencias.
-Silver...-Jez cogió la mano de su compañera y la estrechó. - Dile lo que sientes por él, he visto cómo te mira. Y el día que fuiste a verme a la enfermería, vi cómo te miraba y era muy diferente a cuando llegamos aquí.
-Gracias. -Silver sonrió dulcemente y acabo por abrazar a su amiga.
Las jóvenes se abrazaron durante unos segundos, luego se separaron y rieron, unos minutos después salieron del baño, cuando las otras chicas entraban a la habitación.
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