miércoles, 18 de noviembre de 2020

43. Sinceridad.

Habían pasado ya cuatro meses desde el incidente con el Enterrador. Los Caballeros del Cielo lo interrogaban todos los días, pero aún no había soltado prenda. Seguían las investigaciones y redadas por la ciudad, pero no encuentran nada sobre María y Kaori. Los cadetes seguían sin poder salir del recinto del barracón, así que pasaban los días entrenando y dando clases.  

Jezebel continuaba las lecciones de medicina con Phein, ahora habían avanzado y el capitán se ayudaba de cadáveres para realizarles una autopsia, a la joven cada vez se le daba mejor hacer los reconocimientos e identificar la causa de la muerte, luego Jez los volvía a suturar para que fueran enterrados.  


-Capitán. -Dijo la joven mientras se secaba las manos. - ¿Cuándo volveremos a hacer patrullas? -Phein la miró alzando una ceja. - Lo digo por todos, no sólo por mí. Nos sentimos impotentes por no hacer nada para recuperar a nuestras compañeras. 


-Señorita Krons, ¿recuerda usted que una de esas chicas en mi hermana pequeña? -Contestó el capitán. La joven bajó la mirada. - La semana que viene haréis de nuevo las patrullas –El hombre se acercó a la pelirroja. - Pero como alguien se salga de la ruta o se vaya a investigar por su cuenta, no volveréis a salir hasta el año que viene. ¿Entendido? 


-S...Sí, capitán. -Susurró la pelirroja. - Se lo comunicaré esta noche a mis compañeros. 


La joven cogió la camilla con el cadáver y lo llevó a la linde del barracón, donde varios hombres la esperaban para recoger al fallecido. Una vez entregado, Jez fue directa a darse una ducha para quitarse los restos de sangre que le habían salpicado a pesar de llevar el mandil.  


La pelirroja subió a la habitación, se desnudó junto a la cama, dejando allí la ropa sucia, cogió la limpia y entró al baño, directamente a la ducha. Por culpa de la herida del costado tuvo que estar un mes sin poder ducharse de cuerpo entero, tenía que hacerlo por partes.  


-¿Jez? -Dijo una voz femenina.  


La joven se sobresaltó, se inclinó para ver quién era. Los ojos de Silver la miraban desde la gran bañera. 


-Hola, Sil. -Jez salió de la ducha una vez que la sangre había desaparecido de su cuerpo y se acercó a la bañera. - Creía que estaba sola... ¿Qué haces aqui? ¿No deberías estar entrenando abajo? 


-Lo ... -La rubia se encogió de hombros. - Tenía ganas de estar sola...  


-Oh, perdona...-La pelirroja dio un par de pasos atrás. - Yo sólo venía a ducharme, que ya he acabado las practicas con Phein. 


-No, no -Respondió la joven. - Quédate, me vendrá bien hablar con alguien... 


- ¿Qué te ocurre? -Preguntó Jez mientras se metía en la bañera calentita. - ¿Estás bien? 


-Si. No. Bueno sí... pero no. -Balbuceaba Silver, parecía nerviosa. 


-Eh, tranquila. Estamos solas, cuéntame. -Intentó tranquilizarla. 


-Estoy enamorada. -Soltó de repente la rubia. 


-Pero...eso es genial, ¿no? -Dijo Jez sonriendo abiertamente, pero Silver negó con la cabeza. 


-Él le pertenece a otra. - La joven se mordió el labio mirando a su compañera. Jez alzó una ceja hasta que cayó en cuenta. 


-¿William? -Exclamó la joven que se tapó la boca con las manos y se acercó a Silver. - ¿Estás enamorada de William? -La joven asintió sonrojada.  


-Pero él está comprometido contigo...-Bajó la mirada. 


-Eh, eh...-Jez alzó el mentón de su compañera sonriendo. - Créeme que ninguno de los dos estamos de acuerdo con esa unión... ya has visto cómo nos llevamos. Sólo nos hablamos para insultarnos, enfrentarnos o molestarnos el uno al otro. -Silver alzó una ceja. - Bueno vale, yo le molesto cada vez que le digo querido. -Rio la pelirroja. - No, en serio, no te preocupes por  ni por nadie, si crees que él es el indicado ve a por él. 


-Pero también está su familia... Soy sólo una sirvienta, que está a su disposición por contrato. -Se le empezaba a entrecortar la voz a la joven rubia. 


-Eh –Jez le dio un pequeño golpe en el hombro. - ¿Así habla una Caballero del Cielo? Creía que nos estaban enseñando a perseguir nuestro sueño. -Le sonrió dulcemente. - Mi sueño es llegar a ser Pretoriana, pero si el tuyo es William, deberías hablar con él. Y, aunque me cueste reconocerlo, he conocido a su familia y él no se parece a ellos. 


-Lo cierto es que no... -Comenzó Silver. - Los hermanos mayores de William lo maltrataban, hasta sus propias hermanas. William está aquí porque estaba amenazado de muerte y era la solución que se le ocurrió. Y yo estoy aquí porque fui comprada para él y mi deber es seguirlo por siempre hasta que me muera o me libere.  


-No sabía nada...-Dijo la pelirroja, perpleja. 


-La noche que cenaron en casa de tus padres, como él rechazó casarse contigo, el señor Moore le dio una paliza y lo encerró en su habitación. -Silver suspiró. - Tienen mucho cuidado de no lastimarle el rostro para seguir manteniendo las apariencias.  


-Silver...-Jez cogió la mano de su compañera y la estrechó. - Dile lo que sientes por él, he visto cómo te mira. Y el día que fuiste a verme a la enfermería, vi cómo te miraba y era muy diferente a cuando llegamos aquí. 


-Gracias. -Silver sonrió dulcemente y acabo por abrazar a su amiga. 


Las jóvenes se abrazaron durante unos segundos, luego se separaron y rieron, unos minutos después salieron del baño, cuando las otras chicas entraban a la habitación. 


La semana que viene volvemos a hacer patrullas! -Gritó con alegría Jezebel alzando los brazos. 


  
  




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